sábado, 23 de diciembre de 2006

Cuando ames

Cuando ames...
Cuando beses, mujer, hazlo así,
con ganas.
Besa de verdad, sin reticencia.
Con los labios y con la lengua.
De eso se trata,de besar con toda la boca, dejándote invadir por la lengua que te recorre las encías y te fuerza la barrera de los dientes.

Besa como una mujer, no como una colegiala adolescente que fantasea por las noches con su profesor de gimnasia. Besa como la hembra que llevas adentro. Besa de manera que sientas que se te derriten las entrañas y se te desmoronan los huesos junto con todas tus defensas. Cuando beses debes sentirte vulnerable, porque es el primer paso para poder entregarte.

Cuando te entregues al hombre que amas, entrégate con cuerpo y alma. No seas vacilante. La entrega no admite ambigüedades. Ofrécete, llévalo a tu cuarto, despójate de la ropa, acuéstate en la cama, abre las piernas y pídele con los ojos y con la voz –suplícale, si es necesario–, que te haga el amor con fuerza y con dulzura.

Cuando lo recibas ábrete toda, siéntelo presionar en tu vulva y que esos labios acaricien la carne palpitante a medida que entra en tu cuerpo. No te limites a dejar que te penetre, ve hacia él, búscalo, levanta las caderas, eleva tu grupa, empuja con tu pubis y traba tus piernas en su espalda, despega el cuerpo de la cama y deja que se funda con el tuyo.
Entonces, cuando ambos consigan el ritmo y la cadencia de esa danza que es única y exclusiva, que tus dedos sean garfios en sus nalgas para empujarlo más, para que llegue profundo, para que su sexo siga taladrándote.

Y cuando por fin sientas que se acerca el clímax, haz lo que sientas que necesitas hacer. Grita, gruñe, ruge, acaricia, besa, lame, chupa y despégate de las sábanas como si levitaras. Cuando el orgasmo te gane, llévalo contigo, que te acompañe, porque desde que el mundo es mundo y en toda su inmensidad tú lo elegiste y él te eligió a ti para compartir ese momento de éxtasis durante el cual nos sentimos más que humanos y por un fugaz instante podemos vislumbrar cómo deben sentir los dioses.

Cuando ames –si es que necesitas amar otra vez–, hazlo así. Besa como me besaste. Entrégate como te entregaste. Interpreta tu papel en esta vida que se te dio como lo hiciste hoy: con vehemencia, pasión, osadía y voluptuosidad. Y con esa, tu dignidad de ser mujer, que me subyuga.

Foto: Cortesía y © Oleg Kosirev